¿Quieres escribir un discurso potente? Utiliza el esquema de 4 pasos de Steve Jobs
Todos hemos estado en esa horrible situación: el momento en que, frente a la audiencia y con todos los reflectores apuntándonos, se nos olvida lo que tenemos que decir. Se nos olvida una palabra, una idea, o sencillamente “lo que sigue”. Verdaderamente, uno de los momentos más horríficos que existen. Si el payaso “IT” se me apareciera, lo haría en forma del silencio del auditorio que espera a que diga algo que no recuerdo. Solo de pensarlo me sudan las palmas de las manos.
Es por eso que, ya sea en entornos de comunicación formal; de negocios, protocolo o social, siempre recomiendo lo mismo: no memorices tu discurso.
Lo repito: no memorices tu discurso. Y tampoco lo leas.
Sí. En serio.
El secreto de los 'pros' La mayoría de los que memorizan (o leen) discursos lo hacen porque los hace sentirse más seguros y porque creen que así lo hacen los profesionales. La realidad es distinta. En la inmensa mayoría de los discursos exitosos, el orador no tiene aprendido de memoria el discurso completo, ni lo está leyendo palabra por palabra, sino que cuenta con un guion de estructura; una simple guía de la secuencia de las ideas principales y las historias que les acompañan.
Aunque existen casos (pocos) en donde vale la pena memorizar y ensayar docenas de veces, la vida diaria suele ser distinta. También algunas veces hay que leer discursos, pero entonces es mucho más difícil conectar y hacerlos vibrar. En lo que a mí respecta, el discurso más difícil de entregar es el que se está leyendo.
Pregunta: Pero, si no memorizo, ni leo…. ¿entonces qué hago?
Respuesta: Usa un esquema.
Un esquema es un documento visual, que cabe en una sola página, que contiene la secuencia de las ideas que se han de transmitir; organizadas de forma que cumplan la siguiente secuencia:
Relación > Emoción > Razón > Acción
Esta estructura se hace más evidente en mi libro Todos Hablan Pocos Conectan; en donde observamos que no es solo efectiva frente a un auditorio, sino en todos los aspectos de nuestra vida; desde la familia hasta los negocios y la política. Esa es la manera en que creamos una conexión con el público y permitimos que nuestras ideas muevan a la acción. Existen muchas formas de organizar este esquema, pero uno de mis favoritos es el de Steve Jobs.
El esquema
Steve Jobs fue invitado a dirigir un discurso a los graduados en la Universidad de Stanford. Para entonces, él era un hombre de fama y fortuna; y su discurso es uno de los más compartidos en las últimas décadas. Aunque leyó partes del discurso, es claro que Jobs conocía a la perfección sus historias personales y su contenido, lo que le permitió dar los acentos adecuados a partir de una estructura bien definida de cuatro pasos.
Steve Jobs eligió una estructura que era, para él, casi permanente. Aunque llevaba el discurso escrito, levantaba la cara constantemente, y en muchos momentos se permite improvisar.
La estructura de Jobs era sencilla:
Jobs era un maestro en generar una conexión, y sobre todo, contar historias que inspiraran a la acción. Independientemente de cómo lo hagas, es imperativo que mantengas la estructura y secuencia de cuatro pasos: relación, emoción, razón y acción.
No es el único esquema posible; ni afirmo que sea el mejor en cada caso. Distintos temas exigen distintas estructuras. Lo que es notable era el cuidado que ponía el genio informático en preparar no solamente las historias que servían de anclaje emocional en cada una de sus presentaciones, sino la estructura que permitía tanto a él como al público procesar todo el discurso de manera sencilla, lógica y recordable.
Mi recomendación habitual es que, si tienes cierta experiencia y dominas tu tema, es mucho mejor imprimir y usar el esquema durante tu discurso que el texto completo del mismo. Esto te permite mayor flexibilidad, capacidad de adaptación y espacio para la improvisación; al tiempo que evita que te vayas por las ramas o dejes de mencionar puntos importantes.
Tengo un sueño
Si no me crees, visitemos el que es, quizás, el discurso más famoso de toda la historia moderna: “Yo tengo un sueño”, del Reverendo Martin Luther King Jr., pronunciado el 2 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Monumento a Lincoln en Washington D.C. Ampliamente aclamado como una pieza maestra de la retórica, el discurso de King apela a fuentes icónicas y ampliamente respetadas como la Biblia, e invoca la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Proclamación de Emancipación, y la Constitución de los Estados Unidos.
Tanto King como sus acompañantes tenían absoluta claridad sobre el hecho de que éste era un discurso que tenía la potencia de cambiar la historia; lo redactaron y revisaron docenas de veces hasta la noche anterior del evento. Su estructura era una obra de arte; pero Martin Luther King Jr. era también un increíble orador. A pesar de que había sido escrito, revisado y perfeccionado hasta el cansancio, gran parte de lo que finalmente se dijo fue improvisado; entre esto, las palabras más famosas “I have a dream”.
De hecho, todo este tramo del discurso fue improvisado. King tenía una capacidad sin parangón para leer al público y encontrar el timing perfecto, y un discurso estricto que no permitiera cambios no hubiera hecho otra cosa más que ahorcarle. En cambio, al respetar la estructura y cambiar sutilmente el contenido, lo pudo convertir en el arma retórica más poderosa de todo el siglo XX.
Es poco probable que tu público recuerde TODO tu discurso, palabra por palabra. Es más probable que recuerde la estructura y dos o tres momentos de alto impacto emocional. Si haces bien tu trabajo, ambos elementos transmitirán exactamente lo que tú quieres transmitir.
Como ves, no hace falta que recites de memoria o leas todo el discurso; basta que establezcas y uses una estructura clara, lógica y efectiva. Ya sea ante un auditorio, con un cliente o con tu hijo adolescente, en el fondo, cuando se habla de seres humanos, los primeros tres pasos de la comunicación son universales e inagotables: relación + emoción + razón = comunicación.
Por:
Francisco García Pimentel Conferencista.
Escritor. Papá de cuatro.
Fuente: https://www.entrepreneur.com/article/339669
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